La Inteligencia emocional en el centro de nuestro proyecto educativo.

La psicología positiva, es una rama de la psicología que busca el bienestar de las personas y el desarrollo de sus fortalezas, a través del desarrollo de la inteligencia emocional.

Martin Seligman, un reconocido psicólogo, propuso la teoría de las 24 fortalezas de psicología positiva.

Seligman propuso que hay 24 fortalezas de psicología positiva que son innatas en las personas. Estas fortalezas se dividen en seis categorías: Sabiduría y Conocimiento, Coraje, Humanidad, Justicia, Moderación y Transcendencia.

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→La Sabiduría y Conocimiento incluye la creatividad, curiosidad, juicio, amor por el conocimiento y la perspectiva. 

→El Coraje incluye la valentía física, la perseverancia, la integridad, la vitalidad y la fe.

→La Humanidad incluye la amorosidad, la empatía, la generosidad, la bondad y la lealtad.

→La Justicia incluye la ciudadanía, la equidad, la liderazgo, la justicia y la responsabilidad.

→La Moderación incluye la prudencia, la auto-regulación y la humildad.

→La Transcendencia incluye la apreciación de la belleza, la gratitud, la esperanza, la humor y la espiritualidad.

Las 24 fortalezas de psicología positiva se han utilizado en diferentes ámbitos, como en el trabajo, la salud y la educación.  En educación, estas fortalezas pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar la inteligencia emocional a través de habilidades sociales, emocionales y cognitivas que les permitan enfrentar los desafíos del mundo moderno.

Una forma de aplicar las 24 fortalezas en la educación parvularia es a través de actividades concretas.

Por ejemplo, para fomentar la creatividad, se pueden hacer actividades de dibujo, pintura o collage que promuevan la imaginación de los niños y niñas.

Para desarrollar la empatía, se pueden hacer juegos de roles que fomenten ponerse en el lugar de otro, y para desarrollar la equidad, se pueden hacer actividades que fomenten compartir y cooperar.

Otra forma de aplicar las 24 fortalezas es a través del lenguaje positivo.

Los educadores pueden utilizar el lenguaje positivo para reforzar las fortalezas que están presentes en los niños y niñas.

Por ejemplo, en lugar de decirle a un niño o niña que es “muy tímido”, se puede decir que es “observador” o “cuidadoso”. De esta manera, se refuerza una fortaleza en lugar de una debilidad.